martes, 9 de noviembre de 2010

Resurrección


Recuerdo días de antaño, felices,
donde brillábamos en el presente
sin importarnos futuro ni eternidad
sin que las hojas muertas del otoño
nos causaran un preludio de próxima soledad.

Soledad la mía,
destino...el mismo infierno
acogiéndome en lágrimas amargas
que incluso Hades permitía que mis fantasmas,
mis cuervos carroñeros,
no alterasen más mis procesos límbicos.

Todo ocurría a partir de tu partida
sumergiéndote en el mar tempestuoso de mis sargazos,
demostraste tu perfidia en grado sumo
cayendo en tus brazos apestosos
como un vulgar pelele de trapo.

Y el averno me tendió su podrida mano
cayendo más y más hondo
en recovecos de un corazón mohíno.

¡Ay, cuánto cuesta salir de la espiral!,
espiral de sentimientos de egoísmo y terquedad
espiral sin final donde los huesos...
acaban por descalcificarse
y la sangre brota a borbotones de las venas hinchadas
mientras las furias te atrapan en su maldad.

¿Cuánto tiempo cuesta el subir y renacer
cuando has muerto para un amanecer?.

¿Cuánto cuesta el subir por la pendiente
que tu mismo te has creado
al dislocar tu conciencia?.

¡Resurrección!.

Pido salir del averno interno
muerto al pasado,
pero renovado en el presente
con mis fuerzas subiendo la pendiente
aunque mis llagas supuren,
aunque mi cuerpo entero se desencaje
y mi alma oscura reviente en luces crepusculares...
limpio de furias, remordimientos y oscuridades.

¡Quiero amar de nuevo
y saborear los labios de la vida!,
descansando en paz...
aunque mil veces vuelva a renacer y morir,
sin el tormento de tener que sufrir...
otra experiencia como la que sacudió mis cimientos
yendo a parar en vulgar epitafio
a mi fosa interna,
sin lápidas ni cajas que recuerden...
mi fugaz paseo por esta vida.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Se me escapa el tiempo


Se me escapa el tiempo
en latitudes que no alcanzo,
se marcha agazapado por las rendijas
que mis ojos dejan entreabiertas.

Cree que me deja incólume con los años,
pero así como a una cebolla
se le pudren sus externas capas poco a poco,
así me deja el que marca las horas;
pudriéndome por fuera
con los reveses del destino
que el brillo de mis pupilas no alcanza a vislumbrar.

Neurasténico por mantenerme lejos de él
psicopático por machacar sus manecillas;
sin remordimientos
ni vanas culpas,
siendo mis arrugas sus carcajadas hipócritas.

Sin poder atrapar su sombra y el odioso tic-tac,
emergen mis ansias de correr más veloz
terminando la carrera de fondo cronométricamente,
antes que sus segundos
me persigan durante horas
por planos y subplanos
en una eterna lucha constante.

Me reflejo en el espejo
viendo a Chronos (Dios del tiempo en la mitología griega) ,
lavarse las manos en el calendario de mi existencia,
veo mi destino
observo el pasar de los eclipses
es mi vida
es mi muerte
es mi experiencia.